viernes, 19 de diciembre de 2008

Torre de babel


Torres de marfil, de jabón, de incienso, de corcho, de látex, de cemento o de hormigón, de madera balsa, de madera dura, de tela, de alas de mariposa, de arrullos maternos o paternos, torres de colores, torres de papel, de celofán verde, rojo o amarillo, torres de neon con ascensores supersónicos, torres de hielo, de nieve, de fuego, de aire. torres tan altas como la mirada...y aun así... dios sigue allí, sentado en su trono, sin sentir la cosquilla de nuestros dedos bajo la planta de sus pies.

lunes, 8 de diciembre de 2008

FRONTERA



Amanecí en un nuevo lugar, exactamente en el límite con la muerte.
al otro lado, a tan solo unos pocos pasos de distancia, tras la línea de la muerte no había más que la continuación del desierto que mis pies pisaban. Me pregunte entonces ¿cual era el misterio?, ¿que nueva situación sería esa?, ¿por que ocupar los minutos y las horas de mi tierra en prepararme para vivir del otro lado, ¿para que transcurrir con la intensidad de una tormenta, con la sal y las lagrimas macerando durante años en mi boca?.
Decidido a resolver este misterio y verificar que el fin de mis miles pasos no son mas que el paso numero uno, que el espejo que refleja es espejo y es imagen a la vez, tomé una piedra entre mis dedos y la arrojé con todas mis fuerzas hacia el otro lado de la frontera. Pero el guijarro, luego de varios tropezones quedó ahí mismo, mudo, y estático. Entonces al ver que nada comprobaba, tome un pájaro que se había posado en mi pecho y lo arrojé también al otro lado de la frontera. El ave, luego de unos pocos revoloteos fue a posarse justo al lado de la piedra que antes había arrojado. Como nada de esto me consolaba, tomé un impulso de mil infiernos, retrocedí mil pasos y luego tomando carrera volví sobre estos hasta que justo en el borde, exactamente en la línea fronteriza pegue un salto enorme y caí junto a la piedra y el pájaro, levantando una gran polvareda.
pasaron unos instantes o una eternidad, y cuando el polvo hubo descendido, cuando la excitación por el salto se hubo aplacado, comprendí que nada sucedía. Y allí quedé, estático, esperando junto al pájaro y a la piedra, volver a la vida.