martes, 13 de abril de 2010

Mas Vale paloma con mano que cien...



-Que sencillo hubiese sido para las palomas, en el tiempo de su reproducción, contar con unas buenas manos-.
Pienso...mientras sentado en una banca de plaza Almagro mato los minutos con un sandwich de milanesa que se me atora con cada engullida.
-Ahí va otra más-, son varias decenas de grises plumíferos que se agolpan a mis pies, a la espera de una miguita que por casualidad se desprenda del pan. Luego la cantidad se duplica con los machos que urgidos por la presión reproductiva se suman a celebrar el ocasional banquete gastronómico-azoroso, inflando sus buches coloridos en procura de una palomita para la instantánea cópula.

Ellos giran sobre si mismos en una danza que roza lo ridículo, siguiendo a las hembras que picotean, impasibles al bailoteo de los machos, las migas y las semillas que un jubilado les arroja desde una banca a mi lado y que como una garúa amarilla se dispersan sobre los zocalos de la plaza.

-si estos bichos tuviesen manos-, continúo en mi soliloquio, -¡que deleite!, que delicia sería para un aburrido transeúnte que asesina sus minutos en una banca de plaza o para un jubilado que mata sus últimos minutos en la vida, contemplarlas sumidas en unas copulas dignas de las bacanales Griegas, Romanas o Etruscas.

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