jueves, 6 de diciembre de 2012








Existe un espíritu urbano, un rayo invisible que transvasa 
a quienes habitan las ciudades. Una estética solo asequible 
desde la intuición a quien haga la practica de observar en 
sus habitantes los gestos, movimientos, sonidos, posturas 
y la siempre tensa relación con un paisaje que contiene, 
pero que a su vez es contenido, es identidad, es memoria.

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