viernes, 4 de enero de 2013






Homeless soñaba con disparos. Tras el sobresalto, examinó por el rabillo del ojo el fogonazo de cohetes y bengalas que retumbaban dentro del puente. Sus vecinas las palomas, inquilinas de cuanta brecha de concreto existiese en la construcción, abandonaron sus nidos al unísono, aterrorizadas por los traqueteos de las explosiones y dejaron tras de sí una lluvia de plumas, polvo y el piar de sus famélicos pichones. Homeless comprendió que había empezado un año nuevo. Terminó de incorporarse y estornudó tres veces, siempre había sido alérgico a las plumas de las aves, y tras escrutar entre las mantas advirtió que ninguno de sus perros se encontraba a su lado, habían huido seguramente a refugiarse bajo las ruedas de los autos del estacionamiento. Sin preocuparse por ellos se sentó en el colchón y apoyó su espalda contra el muro, abrió su bolsita de arpillera y armó un cigarrito con la paciencia y la destreza de un cirujano plástico para luego colocarlo entre sus labios, agrietados por la sed y seguramente los efectos de la cirrosis. Pensó en los fines de año y en el recuerdo de uno solo de ellos, el de siempre, cuando apenas tenía ocho años. Su padre, en el instante liminar en que los relojes marcan lo que nunca han podido señalar, cuando el retumbe de los cohetes tronaban por toda Sierra Colorada, tomó un revolver Colt 38 largo y sin avisarle a nadie se fue al fondo de la casa a dispararle a un algarrobo de más de ciento cincuenta años. Pum! Pum! Sonaban los balazos, Kapum! Fshhh! Sonaban cohetes y bengalas y Homeless, único testigo de la ira de su padre presenció aquella sinfonía de pólvora, aquel despertar hacia nuevos años, uno tras otro, en tanto algún que otro estornudo le recordaba que las aves estaban huyendo sin sus pichones.









1 comentario:

Michelle dijo...

Me gusta mucho Homeless. La verdad que está muy bueno, me encanta tu expresión y tu vocabulario. Todas tus cosas estan buenisimas!
te mando un abrazo (soy Mechi la que conociste anoche en lo de nico jajaja)