jueves, 4 de septiembre de 2008

Extracto de mi novela (aún sin nombre)


-yo tengo un problema con mis recuerdos, como decía el personaje en una novela que leí hace tiempo de un tal Juan Despuy, solo puedo recordar en colores, colores y texturas, que se yo. Por ejemplo, puedo recordar en morado para mis llantos, en colores pastel para cuando ando con ganas de seducir y ser amada, o en color rojo cuando, lógicamente veo todo de ese color y el odio me pinta la vida como los labios pintados de Robert Smith. Y si me preguntas, color azul violáceo con una textura de terciopelo cuando lo hice por primera vez.
Recuerdo que habíamos ido al edificio de la Municipalidad de San Martín a ver una obra de Teatro, se llamaba “la última estación”. Trataba de gente que busca su identidad, y la metáfora estaba en que las personas iban por la vida probándose distintos disfraces, eligiendo ser empresarios bien trajeados, Hippies, Punks etc. El asunto es que dos enamorados frente a esa situación eligen no elegir y escapan a una estación de tren abandonada de de la que nunca mas saldrían. Recuerdo que él estaba a mi lado, y yo lo miraba, y realmente ni la obra de teatro ni nada me parecía real; todo era como un cuadro perfecto, con colores brillantes y los sonidos que salían de su boca y me endulzaba los sentidos, recuerdo que yo sonreía y el cuadro se pintaba de tonos ocres pálidos y grises como en una película de Tim Burton. Recuerdo también que una tormenta eléctrica dejó la obra a la mitad por un corte de luz, así que nos fuimos hasta el ultimo piso de la municipalidad donde había un enorme ventanal que daba a la ciudad y nos quedamos en silencio contemplando los rayos que la iluminaban, ahí el cuadro se oscureció, a un azul marino, con pinceladas violentas de plata atravesando nuestros ojos. Recuerdo sus manos rodeándome la cabeza, y las gotas que se estrellaban contra el ventanal formando miles de pequeñas y transparentes espinas.
-Así es Gracielita, - y Jésica mordisqueó una masita que definitivamente le pareció tenía un ligero sabor rancio- Cuando recuerdo, vienen los colores, los olores y las texturas, y se mezclan en una pintura que cuelga todos los días de mi mente: Charly acariciando mi cuerpo, los violáceos del amanecer que aparecían por una pequeña ventana, mis pechos duros y grises pero luego azules y naranjas bajo sus manos y su boca. Recuerdo también los movimientos, las miradas, recuerdo que ese día, nacimos vibrando juntos, del vientre de la inocencia.

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