martes, 16 de septiembre de 2008

Recurrente


En la mitad de “Sauce ciego mujer dormida” el escritor Haruki Murakami se despacha con historias que lo tienen como protagonista de situaciones casi paranormales. Historias sencillas que giran en torno a hechos que el autor denomina inexplicables, pero que se encuentran profundamente ligados a un sub-mundo que lo atraviesa.

De la misma forma, y como un ejercicio que me interesa profundamente, transcribiré sucesos que me acontecieron y de los que poca explicación tengo, mas allá de interpretar a los mismos como producto de conexiones de las que no soy capas de dar cuenta concientemente, pero que allí están como queriendo afirmar la profunda relación con el mundo que me rodea y del que formo parte.

Biblioteca

Tuve, durante todo el verano del 2007 un sueño recurrente. Se iniciaba con la imagen de un pasillo estrecho por el que avanzaba. Era uno de esos senderos que tienen las casas chorizo, en los que las puertas se van sucediendo y frente a las cuales se van alternando en el suelo de granito gastado macetas con plantas de malvón, que al contacto con el aroma a humedad de las paredes a las que solo les llega unos minutos del sol del mediodía, le da al lugar un aspecto triste, de abandono melancólico, como los recuerdos de un anciano.

A medida que caminaba, el pasillo se estiraba como si la verdadera materia de todo lo que me rodeaba fuera de un chicle que una mano caprichosa e invisible dilata. Recuerdo la oscuridad y el sonido de mis pensamientos, todo avanzaba en un susurro, herrumbrado y pálido hasta la puerta que me conducía a un salón enorme, vacío de toda vida desde hace siglos. Con huellas de un pasado en el que mucha gente había llenado sus espacios pero que ahora un polvo gris cubría como una suave sábana gris.

Al avanzar por el salón ví restos de objetos diseminados por el suelo de madera: una bicicleta oxidada, libros apilados, ropa y al llegar al medio del salón un hueco con una escalera en espiral que llevaba a otro salón subterráneo.

Descendiendo por la escalera vi que estaba repleta de libros en los bordes, miles y miles de volúmenes tapizaban las paredes a medida que descendía hasta llegar al saón subterráneo donde los volúmenes se multiplicaban por millones. Se trataba de una biblioteca de dimensiones astronómicas.

-soñaste con el ADN, tuviste un sueño con la memoria, como el poeta- me dijo Mario mientras metía uno a uno los maníes servidos en un plato de madera. Lo dijo mirándome fijo a los ojos, como nunca antes lo había hecho. Se empeñó en buscar la mirada tras mis ojos, y repitió; ahora cavilando cada palabra como si fuesen los designios de un oráculo perdido en el tiempo y el espacio - viste la escalera de la vida, como el poeta. Y la gran biblioteca. La Alejandrina, la de Pérgamo- y agregó, casi como una sentencia ineludible-como el poeta-.

Tiempo después en uno de mis viajes a Buenos Aires, hablando con mi hermana me contó de un sueño recurrente que tenía: se trataba de una casa abandonada, sin rincones, muy espaciosa y casi al detalle fue describiendo los esquemas de mi entrada a la biblioteca, solo que ella se quedaba en la casa aterida por las sensaciones de angustia que le producía el poco brillo solar que ingresaba tras los vidrios empañados de mugre. Tratamos de indagar sobre ese lugar, sobre esa casa que nos envolvía con su magia decadente, donde el abandono se hace semilla, y las palabras son los frutos que nacen y nos llena la boca de sensaciones amargas, dulces o acidas.

En el medio esa charla, parecida a la de dos aventureros que se cuentan las hazañas de sus viajes por tierras desconocidas, la voz de Zoe se interpuso justo cuando yo describía la biblioteca

-tío, yo soñé con una biblioteca- y apoyó su cabecita en el marco de la mesa del living donde tomabamos mate mi hermana y yo.-

-¿y como es esa biblioteca Zoe?-

-es como la que le contabas a mamá, tiene una escalera, la tengo dibujada en un libro de cuentos, esperá que te la traigo.

Al regresar con un libro enorme de tapas duras Zoe lo abrió y me muestró el cuadro, se trataba de la historia de la bella y la bestia de la película de Disney, pero adaptada a un libro de cuento, y en uno de los cuadros los personajes están reunidos en una biblioteca exacta a la de mi sueño, los volúmenes se apilaban en enormes paredes y el salón sin ninguna puerta ni ventana solo exhibía como salida o entrada una enorme escalera caracol.

Zoe es vida en griego.

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